2 de mayo de 2013

Relaciones íntimas difíciles como sistema de opresión

Para amar hay que trabajar duramente...
o más bien eso nos enseñan a creer
Una de las formas en las que se manifiesta el sexismo, el heterosexismo y el cisexismo es la manera en la vemos las relaciones interpersonales, especialmente las relaciones íntimas, sobre todo las personas que somos socializadas como mujeres (lo seamos o no). Cuando ahora compruebo en mi día a día lo fácil, enriquecedor, empoderador y poco problemático y falto de melodrama que puede ser, tener y mantener una relación cercana con alguien, no dejo de asombrarme de la cantidad de mierda que he aguantado en mi vida hasta hace poco. Y lo que es más grave, sin ser consciente de ello. O desde luego no en toda su magnitud. Relaciones con violencia física, y no solo proveniente de hombres cisgénero ni de personas heterosexuales. Relaciones con violencia verbal, psíquica, social y simbólica. Relaciones en las que la carga de flagelación que me he dejado imponer solo es comparable a mi ceguera al creer que esa flagelación era el precio necesario a pagar para poder tener relaciones cercanas. Adoctrinamiento, escasamente cuestionado por mi parte, sobre el carácter de las relaciones íntimas, amorosas, sexuales. Estupidez innegable al dejarme convencer sin saberlo por el incesable desfile sexista de romanticismo trágico que vemos constantemente a nuestro alrededor, desde en las películas hasta en lo que nos cuentan nuestres amigues, y que siempre presenta las relaciones cercanas como complicadas, problemáticas, difíciles, dramáticas, dolorosas en mil y un modos diferentes. Y mira, resulta que es todo una artimaña destinada a someter a les que no somos hombres cishetero, controlando nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestras sexualidades, nuestros sentimientos, nuestros sueños, nuestros pensamientos, nuestras vidas. El ideal de amor de nuestras sociedades está podrido. Por tanto, el ideal de qué y cómo son las relaciones íntimas todavía está más putrefacto. Y si los ideales apestan, ni qué decir de su puesta en práctica. Hay que luchar contra el amor romántico tal como es vendido hoy. Hay que acabar con las relaciones interpersonales basadas en oprimir a algune de sus integrantes. Hay que dejar de tener novies, parejas, esposes, maridos, cónyuges, amantes, prometides, exs y demás etiquetas asociadas a estructuras que reproducen sistemas jerárquicos destinados a controlarnos en lugar de a liberar sexualidades, sentimientos y vivencias.


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